Mundo citas y frases
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Cuando quieras engañar al mundo, di la verdad.
El ojo de un ser humano es como un microscopio, hace que el mundo parezca más grande de lo que realmente es.
Una mentira puede haber recorrido la mitad del mundo mientras la verdad está poniendose los zapatos.
Realmente puedes cambiar el mundo si te importa lo suficiente.
Todo el mundo necesita una oportunidad de encontrar el amor.
Creo que el mayor regalo que puedes darle a tu familia y al mundo es un tú saludable.
Realmente no tengo una visión del mundo.
El reloj que todo el mundo rapita, lo tengo en la vida real.
Una sonrisa es muy sexy pero también cálida. Cuando alguien te regala una sonrisa auténtica, es la mejor sensación del mundo.
Después de muchos años de gran misericordia, después de saborear los poderes del mundo venidero, todavía somos tan débiles, tan insensatos; pero, ¡oh! cuando nos alejamos de nosotros mismos hacia Dios, todo es verdad y pureza y santidad, y nuestro corazón encuentra paz, sabiduría, plenitud, deleite, alegría, gozo, victoria.
El noventa y nueve por ciento de las personas en el mundo son tontos y el resto de nosotros estamos en gran peligro de contagio.
Existe un mundo de diferencia entre la verdad y los hechos. Los hechos pueden ocultar la verdad.
Hay una cosa más fuerte que todos los ejércitos del mundo, y es una idea cuya hora ha llegado.
O repites las mismas doctrinas convencionales que todo el mundo predica, o bien dices algo verdadero, y sonará como si viniera de Neptuno.
La cosa más bella en el mundo es, por supuesto, el mundo mismo.
Hoy en día, el mundo es una gran selva.
Dios quiere que sepamos que la vida es una serie de principios, no finales. Así como las graduaciones no son conclusiones, sino comienzos. La creación es un proceso continuo, y cuando nosotros creemos un mundo perfecto donde el amor y la compasión son compartidos por todos, el sufrimiento terminará.
Una invención tiene que tener sentido en el mundo en que termina, no en el mundo en el que comenzó.
Como seres humanos, nuestra grandeza radica no tanto en ser capaces de rehacer el mundo — lo que constituye el mito de la era atómica — sino en ser capaces de rehacernos a nosotros mismos.
El último día de enero de 1915, en el segundo año de la Gran Guerra, bajo la sombra de algunas montañas francesas en las fronteras de España, yo vine a este mundo.