Genio citas y frases
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Nadie puede escapar en el sueño, somos todos genios cuando soñamos, el carnicero es el igual del poeta.
Las personas de genio no sobresalen en cualquier profesión porque trabajan en ella, trabajan en ella porque sobresalen.
Si queremos conocer la fuerza del genio humano, nosotros debemos leer a Shakespeare. Si queremos ver la insignificancia del aprendizaje humano, nosotros podemos estudiar sus comentaristas.
Las normas y los modelos destruyen el genio y el arte.
El genio, como la humanidad, se oxida por falta de uso.
El mejor remedio para un mal genio es una larga caminata.
Howard Zinn era mágico como maestro. Ingenioso, irreverente y sabio, él amaba lo que estaba enseñando y claramente quería que sus estudiantes lo amaran, también.
Un pueblo no rechaza a sus genios. Y si los rechaza, es nuestro deber como artistas y como testigos del futuro aceptarles de nuevo por el bien de nuestros hijos, si es necesario, hueso por hueso.
No hay nada más peligroso que un tonto ingenioso.
Nuestros políticos son estúpidos. Y el gobierno mexicano es mucho más inteligente, más ingenioso, mucho más astuto. Y ellos envían a los malos porque no quieren pagar por ellos. No quieren ocuparse de ellos. ¿Para qué hacerlo si los estúpidos líderes de los Estados Unidos lo harán en su lugar?
Todavía tengo un mal genio, supongo.
Lo que necesita el mundo son más genios con humildad; ¡quedan tan pocos de nosotros!
En la conversación, el humor es vale más que ingenio y la simplicidad, más que el conocimiento.
He evitado el éxito ingeniosamente.
El ingenio debería ser un placer glorioso como el caviar; nunca lo extiendas por doquier como la mermelada.
Un error común que la gente comete cuando trata de diseñar algo totalmente infalible es subestimar el ingenio de los tontos.
Si eres iluso, a veces la realidad alcanza tu ilusión, y luego de repente eres un genio.
El hombre de genio nos inspira una confianza sin límites en nuestras propias fuerzas.
Admito que tengo un genio Húngaro. ¿Por qué no? Soy de Hungría. Somos descendientes de Gengis Kan y Atila el Huno.
Ninguna política exterior — no importa cuan ingeniosa — tiene alguna posibilidad de éxito si es nacida en la mente de unos pocos y llevada en el corazón de ninguno.