Citas de Emil Cioran
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Nuestras primeras intuiciones son las verdaderas.

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La crítica es una idea equivocada: debemos leer no para entender a otros sino para entendernos a nosotros mismos.

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En una república, ese paraíso de debilidad, el político es un pequeño tirano que obedece a las leyes.

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Si, en el límite, puedes gobernar sin crimen, no puedes hacerlo sin injusticias.

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El crimen en plena gloria consolida la autoridad por el sagrado temor que inspira.

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Aventurarse en un compromiso de cualquier tipo, incluso el más insignificante, es sacrificar la envidia.

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Uno dificilmente salva al mundo sin gobernarlo.

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Una maravilla que no tiene nada que ofrecer, la democracia es un paraíso de la nación y una tumba a la vez.

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No estaríamos interesados en los seres humanos si no tuviéramos la esperanza de algún día conocer a alguien peor que nosotros.

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Estás acabado — un hombre muerto viviente — no cuando dejas de amar sino cuando dejas de odiar. El odio preserva: en él, en su química, reside el misterio de la vida.

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Un pueblo representa no tanto una suma de ideas y teorías, sino de obsesiones.

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Un silencio repentino en medio de una conversación nos lleva a lo esencial: revela cuán caro debemos pagar por la invención del discurso.

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Nada agota tanto como la posesión o el abuso de la libertad.

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Uno no vive en un país. Uno vive en un idioma. Eso es nuestro país, nuestra patria y ninguna otra.

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¿Qué importancia tiene el futuro para el hombre que, la mitad de tiempo, está obsesionado con la eternidad?

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Cada concesión que hacemos está acompañada por una disminución interna de lo que no somos inmediatamente conscientes.

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Nadie puede escapar en el sueño, somos todos genios cuando soñamos, el carnicero es el igual del poeta.

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Gloria, una vez lograda, ¿valió la pena?

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La misión del hombre solitario es ser aún más solitario.

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Debajo de cada fórmula se encuentra un cadáver.

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