Citas de Charles Caleb Colton
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Muchos libros no requieren ningún pensamiento por parte de aquellos que los leen y por una razón muy sencilla: no le hicieron tal demanda a quienes los escribieron.

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El misterio no es profundidad.

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Aquellos que son los más ruidosos en sus amenazas son los más débiles en sus acciones.

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La verdadera amistad es como la salud: no se la valora hasta que se pierde.

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La guerra mata a los hombres, y los hombres condenan la pérdida; pero la guerra también destroza tiranos y malos principios negativos, y así salva sociedades.

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La valentía física, la cual desprecia a todo peligro, hará a un hombre valiente de una manera; y el valor moral, el cual desprecia a toda opinión, hará a un hombre valiente en otra manera.

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La amistad, a menudo, acaba en amor, pero el amor en amistad nunca.

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La paciencia es el soporte de la debilidad; la impaciencia, la ruina de la fuerza.

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Los errores del tonto son conocidos por el mundo, pero no por él. Los errores de un hombre sabio son conocidos por él, pero no por el mundo.

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En la vida encontraremos muchos hombres que son grandiosos y algunos que son buenos, pero muy pocos hombres que son tanto grandiosos como buenos.

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Escribir algo que valga la pena publicar, encontrar personas honestas que lo publiquen y hacerse de gente sensata que lo lea, esas son las tres grandes dificultades de ser un autor.

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La riqueza después de todo es una cosa relativa ya que el que tiene poco y quiere menos es más rico que el que tiene mucho y quiere más.

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El silencio es necio si somos sabios, pero sabio si somos necios.

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Si no puede inspirar a una mujer con el amor de usted, llénela por encima del borde con amor de ella misma; todo lo que se derrame será de usted.

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Debemos casi todo nuestro conocimiento, nó a aquellos que estuvieron de acuerdo con nosotros, sino a quienes difirieron.

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A menudo pretendemos temerle a lo que realmente despreciamos y más a menudo despreciamos a lo que realmente tememos.

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Los contemporáneos aprecian a la persona más que a su mérito, la posteridad respetará al mérito más que a la persona.

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Si prevaleciera la caridad universal, la tierra sería un paraíso y el infierno, una fábula.

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El exceso de nuestra juventud son cheques escritos contra nuestra edad y se pagan con interés treinta años después.

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La más firme de las amistades se ha formado en la adversidad mutua, al igual que el hierro está más fuertemente unido por la más fiera llama.

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