Citas de Teresa of Ávila
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Dios ha sido muy bueno conmigo, ya que nunca me concentro en lo malo que una persona ha hecho con el fin de recordarlo después. Y si lo recuerdo, siempre veo alguna otra virtud en esa persona.
Aquellos que se entregan a la oración deberían de una manera especial siempre tener una devoción por San José; porque no sé cómo cualquier hombre pueda pensar en la Reina de los Ángeles, durante el tiempo en que sufrió tanto con el niño Jesús, sin dar gracias a San José por los servicios que les prestó en aquel entonces.
Es una verdad real, mientras más ricos nos veamos, confesando al mismo tiempo nuestra pobreza, mayor será nuestro progreso y más real nuestra humildad.
Si Jesucristo vive en un hombre como su amigo y noble líder, ese hombre puede soportar todas las cosas porque Cristo ayuda y nos fortalece y nunca nos abandona. Es un verdadero amigo.
En un estado de gracia, el alma es como un pozo de agua diáfana, de cual corriente sólo fluye el cristal más claro. Sus obras son agradables a Dios y el hombre, desde el Río de la Vida, al lado del cual tiene sus raíces como un árbol.
¿Qué amigos o parientes pueden ser tan cercanos e íntimos como las potencias de nuestra alma, que, lo deseemos o no, deben siempre soportar nuestra compañía?
La oración es un acto de amor; no se necesitan palabras. Incluso si la enfermedad distrae los pensamientos, todo lo que se necesita es la voluntad de amar.
La oración mental, en mi opinión, no es más que un intercambio íntimo entre amigos; significa tomar tiempo con frecuencia para estar a solas con quien sabemos que nos ama. Lo importante no es pensar mucho sino amar mucho y así hacer lo que mejor te mueva a amar. El amor no es un gran deleite sino el deseo de agradar a Dios en todo.
¡Qué amistosos serían todos los hombres entre sí si no se tuvieran en cuenta el honor y el dinero! Creo que esto sería un remedio para todo.
Quien no ha comenzado la práctica de la oración, le pido por el amor del Señor que no se vaya sin un bien tan grande. No hay aquí nada que temer sino solo algo que desear.
Si Dios deseara elevarnos a la posición de uno que es su íntimo y comparte sus secretos, debemos aceptarlo con gusto.
Ay Dios mío, ¡cómo debe ser un alma cuando está en este estado! Tiene ansias de ser toda una lengua con la cual alabar al Señor. Pronuncia mil locuras piadosas, en un esfuerzo continuo para complacer a quien así lo posee.
Dios nos ha dado facultades para nuestro uso; cada una de ellas recibirá su adecuada recompensa. Entonces no las dejen dormir, permitan que funcionen hasta que sean divinamente llamadas a hacer algo superior.
¿Qué valor hay en la fe sin trabajos? ¿Y que valen si no están unidos por los méritos de Jesucristo, nuestro único bien?
Nada puede compararse a la gran belleza y la capacidad de un alma; sin importar cuan bueno pueda ser nuestro intelecto, no es tan capaz de comprenderlo como para comprender a Dios, para, como Él nos ha dicho, nos creó a Su imagen y semejanza.