Citas de Lewis Mumford

Los tradicionalistas son pesimistas acerca del futuro y los optimistas sobre el pasado.

El artista no ilustra la ciencia, sino que con frecuencia responde a los mismos intereses que un científico.

Una de las funciones de la inteligencia es tener en cuenta los peligros que derivan de confiar solamente en la inteligencia.

Hoy en día, la degradación de la vida interior está simbolizada por el hecho de que el único lugar sagrado en el que no puedes ser interrumpido es el baño privado.

Nada es impensable, nada es imposible para la persona equilibrada siempre que provenga de las necesidades de la vida y sea dedicado a un futuro desarrollo de la vida.

Los grandes desplazamientos materiales que la máquina le ha hecho a nuestro entorno físico son quizá a la larga menos importantes que su contribución espiritual a nuestra cultura.

Una cierta cantidad de oposición es una gran ayuda para un hombre. Las cometas se levantan en contra y no con el viento.

Un día sin la vista o el sonido de la belleza, la contemplación del misterio o la búsqueda de la verdad o perfección es un día de pobreza; y una sucesión de esos días es fatal para la vida humana.

Contener la máquina y limitar el arte a la artesanía es una negación de la oportunidad.

La función principal de la ciudad es convertir la energía en energía cultural, la materia muerta en los símbolos de la vida del arte, la reproducción biológica en creatividad social.

Restaurar las piernas humanas como un medio de transporte. Los peatones dependen de alimentos para combustible y no necesitan aparcamiento especial.

Un hombre con valor no necesita armas, pero pueda necesitar una fianza.

Las ciudades y mansiones con las que la gente sueña son aquellas en las que finalmente viven.

Nueva York es el modelo perfecto de ciudad, no el modelo de una ciudad perfecta.

No es po nada que la palabra ha perdurado como el juguete y la herramienta principal del hombre: sin los significados y valores que sustenta, otras herramientas de los hombres sería inútiles.

Hoy, la noción de progreso en una sola línea sin meta ni límite parece quizá la noción más parroquial de un siglo muy parroquial.

Cada generación se rebela contra sus padres y se hace amiga de sus abuelos.

La tierra es la plenitud del Señor en sí misma: este ya no es un dictamen vacío de la religión, sino una directiva de acción económica hacia la fraternidad humana.

Olvídese del maldito coche con motor y construye las ciudades para amantes e amigos.

Sin embargo, las ciencias y técnicas modernas han caído por debajo de sus posibilidades, con ello le han enseñado a la humanidad al menos una lección: nada es imposible.