Citas de Joseph Conrad
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Para movilizar a otros profundamente debemos dejarnos llevar más allá de los límites de nuestra sensibilidad normal de manera deliberada.

Ir a casa debe ser como ir a rendir una cuenta.

Juzgarás a un hombre por sus enemigos, así como por sus amigos.

El chisme es algo que a nadie le gusta, pero que todos disfrutan.

Todas las ambiciones son lícitas excepto las que suben hacia arriba en la miseria o credulidades de la humanidad.

El mar nunca ha sido amigable con el hombre. A lo sumo ha sido cómplice de la inquietud humana.

Es una verdad sensiblera e indecente la que sale a través de la fuerza del vino.

Las palabras, como es bien conocido, son los grandes enemigos de la realidad.

Hablan de un hombre que traiciona a su país, sus amigos, su novia. Debe existir un vínculo moral primero. Todo lo que un hombre puede traicionar es su conciencia.

Lo último que una mujer consiente a descubrir en un hombre que ella ama, o de quien ella simplemente depende, es la falta de coraje.

Es de destacar que un buen número de personas nacen curiosamente inadecuadas para el destino que les espera en esta tierra.

Las acciones más abiertas de un hombre tienen un lado secreto.

No me gusta el trabajo... pero me gusta lo que hay en el trabajo — la oportunidad de encontrarme a mi mismo. Mi propia realidad — para mi mismo, no para otros — la cual ningún otro hombre puede saber.

Tal vez la vida es solo eso... un sueño y un temor.

Un hombre que ha nacido cae en un sueño como un hombre que cae en el mar. Si intenta salir al aire como una persona inexperta lo trata de hacer, él se ahoga.

La acción es consoladora. Es enemiga del pensamiento y el amiga de las ilusiones halagadoras.

Aflicción al hombre cuyo corazón no ha aprendido de joven a tener esperanza, a amar — y a poner su confianza en la vida.

No es el perspicaz el que gobierna el mundo. Los grandes logros se consiguen en una niebla bendita, cálida.

La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria; los hombres en sí son muy capaces de toda maldad.

No hay nada más seductor, desencantador y esclavizante que la vida en el mar.