Citas de José Saramago

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La muerte definitiva de un escritor es cuando ya nadie lee sus libros. Esa es la muerte final.

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Estoy viajando menos para poder escribir más. Selecciono mis destinos de viaje según su grado de utilidad para mi trabajo.

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Es el poder económico que determina el poder político, y los gobiernos se convierten en los funcionarios políticos del poder económico.

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Soy un mejor novelista que un poeta, dramaturgo o ensayista.

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Hay veces que es mejor estar contento con lo que uno tiene, para no perderlo todo.

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La novela no es tanto un género literario, sino un espacio literario, como un mar que está lleno de muchos ríos.

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El mundo es gobernado por instituciones que no son democráticas — el Banco Mundial, el FMI, la OMC.

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El problema es que la derecha no necesita ideas para gobernar, pero la izquierda no puede gobernar sin ellas.

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Soy la misma persona que era antes de recibir el Premio Nobel. Trabajo con la misma regularidad, no he modificado mis hábitos, tengo los mismos amigos.

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No soy un profeta.

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Soy una persona con convicciones de izquierda y siempre lo he sido.

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Tal vez es el idioma el que elige a los escritores que necesita, haciendo uso de ellos para que cada uno pueda expresar una pequeña parte de lo que existe.

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E.E.U.U. necesita controlar el Medio Oriente, la puerta de entrada a Asia. Ya tiene instalaciones militares en Uzbekistán.

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El vocabulario humano todavía no es capaz y probablemente nunca podrá conocer, reconocer y comunicar todo lo se puede humanamente experimentar y sentir.

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Ser despedido fue la mejor suerte que tuve en mi vida. Me hizo detenerme y reflexionar. Fue el nacimiento de mi vida como un escritor.

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Yo era un buen alumno en la escuela primaria: en el segundo grado estaba escribiendo sin errores de ortografía, y el tercero y cuarto grado fueron hechos en un sólo año.

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Cuando estoy ocupado con un trabajo que requiere continuidad, una novela, por ejemplo, escribo todos los días.

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La muerte está presente cada día en nuestras vidas. No es que tengo placer en su mórbida fascinación, pero es un hecho de la vida.

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No defiendo la idea del amor universal. Nunca ha existido y jamás existirá.

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Sin la más remota posibilidad de encontrar un trabajo, decidí dedicarme a la literatura: ya era hora para saber lo que valía como escritor.

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Temas aleatorios y páginas de autores

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