Citas de John Steinbeck
He llegado a creer que un gran maestro es un gran artista y que existen tan pocos como existen grandes artistas. La enseñanza podría incluso ser la mayor de las artes ya que el medio es la mente y el espíritu humano.
Muchos viajes continúan mucho después de que el movimiento en el tiempo y en el espacio hayan cesado.
Sostengo que un escritor que no cree apasionadamente en la perfectibilidad del hombre no tiene dedicación ni cualquier membresía en la literatura.
Los juegos de fútbol sectoriales tienen la gloria y la desesperación de la guerra, y cuando un equipo de Texas sale al campo contra un estado extranjero, es un ejército en orden.
El hombre es la única clase de alimaña que pone su propia trampa, coloca el anzuelo y luego camina en él.
Te he debido esta carta por un muy largo tiempo, pero mis dedos han evitado el lápiz como si fuera una herramienta vieja y envenenada.
Nunca en toda mi vida he hecho contrabando. ¿Por qué, entonces, siento un sentimiento incómodo de culpa al acercarme a una barrera arancelaria?
Siempre ha sido mi convicción personal que cualquier hombre que reta su inteligencia contra un pez y pierde, se lo tenía merecido.
Me parece que si que tenemos que elegir entre dos corrientes de pensamiento o acción, debemos recordar nuestra muerte y tratar así de vivir para que nuestra muerte no traiga ningún placer en el mundo.
La profesión de escribir libros hace que las carreras de caballos parezcan un negocio sólido y estable.
Nadie realmente sabe de los otros seres humanos. Lo mejor que se puede hacer es suponer que se parecen a él.
En las almas de la gente las uvas de ira van rellenando y haciéndose pesadas, haciéndose pesadas para su cosecha.
Los hombres sí cambian, u el cambio viene como un vientecito que aturde a las cortinas al amanecer y llega como el perfume furtivo de las flores silvestres, escondidas en la hierba.
Es una experiencia común que el problema que parece difícil de noche se resuelve en la mañana después de que el comité del sueño haya trabajado en él.
Estoy impulsado, no a chirriar como un ratón agradecido y disculpado, sino a rugir como un león orgulloso en mi profesión.
Cuatro explosiones roncas de un silbato de barco aún elevan los bellos de mi cuello y mis pies a golpecitos.