Citas de Herman Melville
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El trabajo duro es la asignación que tiene el hombre; el trabajo del cerebro, o el trabajo de las manos, o un dolor que sea mayor que cualquiera de los dos, el dolor y el pecado de la ociosidad.
Hay algo mal sobre el hombre que quiere ayuda. En algún lugar hay una profunda deficiencia, una falta, en breve, una necesidad, una urgente necesidad, en algún lugar de ese hombre.
La vejez está siempre despierta; como si mientras más se vincula a la vida, menos tiene el hombre que ver con cualquier cosa que se parezca a la muerte.
En este mundo, compañeros, el pecado que paga a su manera puede viajar libremente y sin pasaporte; mientras que la virtud, como si fuera un mendigo, es detenida en todas las fronteras.
La marcha de la conquista a través de lugares salvajes puede ser la marcha de la mente, pero no la marcha del amor.
Algunos hombres moribundos son los más tiránicos; y sin dudas, ya que en poco tiempo nos preocuparán tan poco y para siempre, los pobres tipos deben ser consentidos.
Hay veces cuando incluso el gobernador más potente debe hacerle la vista gorda a la transgresión, con el fin de preservar las leyes inmaculadas para el futuro.
¿Existe algún principio de la naturaleza que afirme que nunca sabremos las cualidades de lo que tenemos hasta que lo perdemos?
Él apiló sobre la joroba blanca de la ballena la suma de toda la rabia general y odio sentido por su toda su raza desde Adán y después, como si su pecho había sido un mortero, reventó la cáscara de su corazón caliente sobre ella.