Citas de Charles Spurgeon
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¿Me ha salvado Jesús? No me atrevo a hablar con vacilación; sé que sí me ha salvado. Su palabra es verdadera; por lo tanto, soy salvo.
No dejes que una lagrimeo de lágrimas sea la única ofrenda al santuario de Jesús. Alegrémonos también con el gozo incapaz de poner en palabras. Si tenemos necesidad de lamentarnos por nuestros pecados, ¡cuánto más tendremos para regocijarnos con nuestro perdón!
No hay injusticia en la gracia de Dios. Dios es tan justo cuando perdona a un creyente como cuando castiga a un pecador al infierno.
Demasiado a menudo la venganza, la lujuria, la ambición, el orgullo y la obstinación se exaltan como los dioses de la idolatría del hombre; mientras que la santidad, la paz, la alegría y la humildad se consideran indignos de ser tomados en serio.
Jóvenes, confiad en Dios y haced que el futuro sea brillante con bendición. Viejos, confiad en Dios y magnificadlo por todos los favores del pasado.
Los tres recursos más poderosos y evidentes que utilizó Roma para retener su primacía en las mentes de sus devotos han sido la Ignorancia, la Superstición y la Persecución.
Me iría a las profundidades cien veces para animar a un espíritu abatido. Es bueno para mí haber sido afligido, que pueda saber decir una palabra apropiada a alguien que esté cansado.
Los hombres no conocen el oro que yace en la mina de Jesucristo, o seguramente lo excavarían día y noche. Todavía no han descubierto la perla de gran precio, o lo habrían vendido todo para comprar el campo en donde se encuentra.
Los propósitos, planes y logros de los hombres pueden desaparecer por completo, como las nubes que ocultan la cumbre de una montaña; sin embargo, tal como la montaña misma, las cosas que son de Dios permanecerán inalterables por toda la eternidad.
No creas que la humildad sea debilidad; proveerá la médula de la fuerza a tus huesos. Agáchate y conquista; doblégate y conviértete en invencible.
El ejercicio de la benevolencia es alegría paara los corazones amorosos: cuanto más dolor cuesta, más alegría significa. Las buenas acciones nos hacen felices y en tal alegría encontramos la comunión con el gran corazón de Jesús.
Mi prueba de que soy salvo no reside en el hecho de que predico, o que hago esto o aquello. Toda mi esperanza radica en esto: que Jesús Cristo vino a salvar a los pecadores. Soy un pecador, confío en él, entonces él vino a salvarme, y soy salvo.
"Usted no es un santo," dice el diablo. Bueno, si no lo soy, soy un pecador, y Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores. Flotando o nadando, yo voy hacia él; otra esperanza, no tengo ninguna.
Si crees en la oración, esperas que Dios la oiga. Si no esperas, no obtendrás. Dios no te escuchará a menos que creas que Él te escuchará; pero si crees que lo hará, Él será tan bueno como tu fe.