Citas de Charles Caleb Colton
Hay tres dificultades en la autoría: escribir algo digno de publicar, encontrar hombres honestos que lo publiquen y encontrar hombres sensatos para leerlo.
Ninguna empresa es preferible al mal. Somos más propensos a adoptar los vicios de los demás que las virtudes, como la enfermedad es mucho más contagiosa que la salud.
El poder intoxicará a los mejores corazones, como el vino a las cabezas más fuertes. Ningún hombre es lo suficientemente sabio, ni lo suficientemente bueno para ser confiado con poder ilimitado.
Ese escritor hace lo máximo quién da a su lector el mayor conocimiento y toma de él el menor tiempo.
Muchos libros no requieren ningún pensamiento por parte de aquellos que los leen y por una razón muy sencilla: no le hicieron tal demanda a quienes los escribieron.
En la religión como en la política resulta que tenemos menos caridad para aquellos que creen la mitad de nuestro credo que para los que niegan la totalidad de él.
Para conocer a un hombre, observa cómo gana su objeto, en vez de cómo lo pierde; ya que cuando fallamos, nuestro orgullo nos apoya, cuando tenemos éxito, nos traiciona.
Si quieres ser conocido y no conocer, asiéntate en un pueblo pequeño; si quieres conocer y no ser conocido, vive en una ciudad.
La vida no es como un libro. La vida no es lógica o razonable u ordenado. La vida es un lío la mayor parte del tiempo. Y la teología debe ser vivida en medio de ese lío.
El conocimiento consta de dos partes: consiste no sólo en una afirmación de lo que es verídico sino también en la negación de lo falso.
Nada desconcierta tan completamente a quien mismo está lleno de trucos y duplicidades, que la integridad simple y sencilla de otro.
Las señoras de la moda se mueren de hambre de su felicidad para alimentar su vanidad y de su amor por alimentar su orgullo.
Se puede hacer mucho en aquellos pequeños trozos y pedazos de tiempo que se producen cada día y que la mayoría de la gente desperdicia.
El sentirnos obligados a mendigarle a los demás nuestra felicidad diaria indica una pobreza más lamentable que la de aquel que pide su pan de cada día.
La verdadera satisfacción depende no de lo que tenemos; una bañera era lo suficientemente grande para Diógenes, pero un mundo era demasiado pequeño para Alexander.
Él que tiene energía suficiente para arrancar un vicio debe ir más allá y tratar de plantar una virtud en su lugar.
Atreverse a vivir solo es el más raro de los corajes; ya que hay muchos que preferirían enfrentarse a su más amargo enemigo en el campo que a su corazón en su armario.