Citas de Anais Nin
El sueño siempre estaba corriendo delante de mí. Alcanzarlo, vivir por un momento al unísono con él, ese era el milagro.
Cuando ciegamente adoptamos una religión, un sistema político, un dogma literario, nos convertimos en autómatas. Dejamos de crecer.
La vida es un proceso de conversión, una combinación de estados a través de los cuales debemos pasar. Donde la gente falla es cuando ellos quieren elegir un estado en el cual permanecer. Este es un tipo de muerte.
Si todos nosotros actuáramos al unísono como actuamos individualmente, no habría guerras ni pobreza. Me he hecho personalmente responsable del destino de cada ser humano que ha llegado a mi camino.
Cada amigo representa un mundo en nosotros, un mundo que no ha nacido hasta que llega, y es sólo por esta reunión que un mundo nuevo ha nacido.
Qué equivocado es, que la mujer espere al hombre para que le construya el mundo que desea ella, en lugar de crearlo ella mismo.
La vida solo la conocen verdaderamente aquellos que sufren, pierden, enfrentan la adversidad y tropiezan de derrota en derrota.
Hay muy pocos seres humanos que reciben la verdad, completa y asombrosa, por iluminación instantánea. La mayoría de ellos adquiere fragmento por fragmento, en pequeña escala, por sucesivos desarrollos, en forma celular, como un mosaico laborioso.
Lanza tus sueños al espacio como si fueran un papalote, y no sabes lo que traiga, una nueva vida, un nuevo amigo, un nuevo amor, un nuevo país.
Una hoja se revoloteó a través de la ventana esta mañana, como si estuviera apoyada por los rayos del sol, un pájaro se acomodó en la salida contra incendios, el gozo en el deber del café, el gozo me acompañó mientras caminaba.
El amor nunca muere una muerte natural. Muere porque no sabemos cómo reponer su fuente. Muere de ceguera y errores y traiciones. Muere de enfermedad y heridas; muere de cansancio, de marchitarse, de mancillarse.