Citas de Washington Irving

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La bondad de una mujer, y no su bello aspecto, se ganará mi amor.

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¡Dulce es el recuerdo de amigos lejanos! Como los rayos suaves del sol saliente, cae con ternura, aunque tristemente, sobre el corazón.

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La Navidad es una época para encender la hoguera de la hospitalidad, la llama genial de la caridad en el corazón.

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El temperamento nunca se suaviza con la edad, y una lengua afilada es el único instrumento cortante que crece más con el uso constante.

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Es el verdadero encantador, cuyo hechizo funciona, no sobre los sentidos, sino sobre la imaginación y el corazón.

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Una de las mejores y más simples herramientas para aprender más y crecer es hacer más.

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El buen humor honesto es el aceite y el vino de un encuentro feliz, y no hay ningún compañerismo jovial igual que aquel donde las bromas son algo pequeño y la risa abundante.

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Existe en el corazón de toda mujer una chispa de fuego celestial que se encuentra latente en la plena luz del día de la prosperidad, pero que se enciende, irradia y resplandece en la hora oscura de la adversidad.

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El amor nunca se pierde. Si no es correspondido, fluirá de regreso para suavizar y purificar el corazón.

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Un inagotable buen carácter es uno de los más preciosos dones del cielo, el cual se extiende como el petróleo sobre el turbulento mar del pensamiento y mantiene a la mente tranquila y estable bajo el clíma más hostil.

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Hay una majestad serena y arreglada a un paisaje arbolado, que entra en el alma y le da placer y la eleva y llena de nobles inclinaciones.

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Quienes beben cerveza pensarán cerveza.

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Un corazón amable es una fuente de alegría y hace que todo a su alrededor se refresque hasta hacer sonreír.

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Las grandes mentes tienen propósitos; las demás tienen deseos.

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Las mentes pequeñas son domadas y sometidas por la desgracia; pero las grandes mentes se alzan por encima de ellas.

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Hay algo sagrado en las lágrimas. No son la marca de la debilidad, sino del poder. Hablan más elocuentemente que diez mil lenguas. Son los mensajeros de la abrumadora tristeza, del arrepentimiento más profundo y del amor más inexpresable.

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En el corazón de toda verdadera mujer, hay una chispa de fuego celestial, que se encuentra latente en la plena luz del día de la prosperidad, pero que enciende para arriba e ilumina y quema en la hora oscura de la adversidad.

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