Citas de Sun Tzu

Ganará quien sabe cuando luchar y cuando no luchar.

Ver la victoria solamente cuando está bajo la comprensión de la gente común no es la cumbre de la excelencia.

De todos aquellos en el ejército cercanos al comandante, ninguno es más íntimo que el agente secreto; de todas las recompensas ninguna es más liberal que aquellas dadas a los agentes secretos; de todos los asuntos, ninguno es más confidencial que aquellos relativos a las operaciones secretas.

De ahí el dicho: Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, tu victoria no estará en duda; Si conoces el cielo y conoces la tierra, puedes lograr una victoria completa.

Si estás lejos del enemigo, hazle creer que estás cerca.

Cuando los enviados se despachan con cumplidos en la boca, es señal de que el enemigo desea una tregua.

No hay ningún en el que una nación se haya beneficiado con una guerra prolongada.

El gobernante iluminado es atento y el general bueno lleno de precaución.

Si luchar resultada en una victoria segura, entonces debes luchar, aunque el gobernante lo prohíba; si luchar no resultará en victoria, entonces no debes luchar aún a la disposición del gobernante.

Son solo el gobernante iluminado y el general sabio quienes usarán la inteligencia más alta del ejército para los fines del espionaje, y así lograrán grandes resultados.

Los buenos luchadores antiguos primero se imaginaba más allá de la posibilidad de derrota y luego esperaban una oportunidad de derrotar al enemigo.

Si nuestros soldados no están sobrecargados con dinero, no es porque ellos tienen una aversión a la riqueza; si sus vidas no son excesivamente largas, no es porque son renuentes a la longevidad.

En el arte práctico de la guerra, lo mejor de todo es tomar el país del enemigo entero e intacto; romperlo y destruirlo no es tan bueno.

Ganará quien sabe cómo manejar tanto las fuerzas superiores como las inferiores.

Si tu enemigo y tú son ignorantes, estás seguro de estar en peligro.

Para que ellos puedan percibir la ventaja de derrotar al enemigo, también deben tener sus recompensas.

Las operaciones secretas son esenciales en la guerra; en ellas confía el ejército para dar cada paso.

Prohibe los presagios y elimina las dudas supersticiosas. Luego, hasta que la muerte misma llegue, no necesitaremos temer a ninguna desgracia.

Si sabemos que nuestros hombres están en condiciones de atacar, pero no son conscientes de que el enemigo no es listo para el ataque, sólo hemos logrado la mitad del camino hacia la victoria.

Nunca ha habido una guerra prolongada de la cual un país se haya beneficiado.