Citas de Martin Luther
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Después de la palabra de Dios, el noble arte de la música es el más grande tesoro del mundo.

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La música es el arte de los profetas y el don de Dios.

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La guerra es la mayor plaga que puede afligir a la humanidad, destruye la religión, destruye los Estados, destruye familias. Cualquier castigo es preferible a la guerra.

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La música hermosa es el arte de los profetas que pueden calmar las agitaciones del alma; es uno de los regalos más magníficos y encantadores que Dios nos ha dado.

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Cuando estoy enojado, puedo orar bien y predicar bien.

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Me temo que las escuelas mostrarán las verdaderas puertas del infierno, a menos que trabajen diligentemente en explicar las Sagradas Escrituras y las graben en el corazón de la juventud.

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El Señor normalmente da riqueza a la gente tonta, a quienes no les da nada más.

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Primero sacudo todo el árbol de manzanas y las más maduras podrían caer. Luego subo al árbol y sacudo cada extremidad, y luego cada rama, y luego cada rama pequeña, y luego veo debajo de cada hoja.

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La Biblia es la cuna donde descansa Cristo.

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La oración es una pared fuerte y la fortaleza de la iglesia; es una arma cristiana bondadosa.

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El perdón es mandato de Dios.

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Reza y que Dios sea el que se preocupe.

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Mientras menos palabras, mejor la oración.

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La paz si es posible, la verdad a todo costo.

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Reunirse con el pueblo de Dios en la adoración del Padre es tan necesario para la vida cristiana como la oración.

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Si no me permiten reir en el cielo, no quiero ir allí.

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La voluntad es una bestia de carga. Si la monta Dios, esta quiere y va como la voluntad de Dios. Si Satanás la monta, quiere y va como Satanás quiere. Tampoco puede elegir su jinete. Los jinetes compiten por su posesión.

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Quien quiera encontrar a Cristo primero debe encontrar a la Iglesia. ¿Cómo podría alguien saber dónde está Cristo y qué fe hay en él si no supiera dónde están sus creyentes?

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He tenido muchas cosas en mis manos, y las he perdido todas; pero lo que he puesto en las manos de Dios, aún las poseo.

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La fe es un ser vivo, audaz confianza en la gracia de Dios, tan segura y cierta de que un hombre podría apostar su vida en ella mil veces.

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