Voy a seguir adelante.
Me encanta ayudar a los niños.
Todavía está en mi corazón. Puedo hacerlo.
No quiero que los niños pasen por lo que yo pasé.
Nunca pensé que tenía daño cerebral.
Dios me dio la fuerza para ver, respirar y hablar.
Me golpearon mucho. Me alegro de haberlo sobrevivido.
Hace lo mejor que puede.
Todavía soy campeón por derecho propio.
No me arrepiento.
No es lo que uno hace sino cómo lo hace.
Bueno, todavía estoy respirando.
Sé que mucha gente piensa que soy tonto. Pues, al menos no soy ningún tonto educado.