Citas de Henri Frederic Amiel
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La acción y la fe esclavizan al pensamiento, ambos en busca de no ser inquietados ni incomodados por la reflexión, la crítica y la duda.

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El análisis mata la espontaneidad. El grano una vez molido y hecho harina no vuelve a brotar ni a germinar.

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La inteligencia es útil para todo, suficiente para nada.

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La verdad pura no puede ser asimilada por la multitud; deberá ser comunicada por contagio.

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Cada vida es una profesión de fe, y ejerce una influencia inevitable y silenciosa.

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En cada mujer que ama hay una sacerdotisa del pasado — una guardiana piadosa de algún afecto, de la cual el objeto ha desaparecido.

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Casarse en desigual es sufrir igualmente.

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El fuego que ilumina es el mismo fuego que consume.

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La sociedad vive por la fe y se desarrolla a través de la ciencia.

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El orden es la necesidad de una gran persona y su verdadero bienestar.

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La simpatía es la primera condición de la crítica.

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Nunca estamos mas descontentos con los demás que cuando estamos descontentos con nosotros mismos.

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Evitar la cruz propia es hacerla más pesada.

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El sacrificio, que es la pasión de las grandes almas, nunca ha sido la ley de las sociedades.

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La única sustancia denominada correctamente es el alma.

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Si la nacionalidad es el consentimiento, el estado es la compulsión.

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El pensamiento es una especie de opio; puede intoxicarnos, mientras todavía estamos completamente despiertos; puede hacer transparentes a las montañas y a todo lo que existe.

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La acción es un pensamiento distorsionado; el pensamiento se vuelve concreto, incierto e inconsciente.

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Siempre y cuando una persona sea capaz de auto renovación es un ser vivo.

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Sin pasión el hombre es una mera fuerza latente y una posibilidad, como el pedernal que aguarda el choque del acero antes de poder dar su chispa.

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