Le hablo español a Dios, italiano a las mujeres, francés a los hombres y alemán a mi caballo.
Nombra un emperador que alguna vez haya sido golpeado por una bala de cañón.
Mano de hierro en guante de terciopelo.
Mi primo Francisco y yo estamos en perfecto acuerdo — él quiere Milan, igual que yo.
Vine, vi, y Dios conquistó.