Citas de Amelia Earhart

La mujer que puede crear su propio trabajo es la mujer que va a ganar fama y fortuna.

Hay tanto que debe hacerse en una barbarie civilizada como lo es la guerra.

Cantando solos — como en otras actividades — es mucho más fácil iniciar algo que terminarlo.

Volar tal vez no sea como navegar a vela, pero la diversión vale el precio.

A menudo he dicho que el encanto de volar es el encanto de la belleza.

Nunca hagas las cosas que otros puedan hacer y que harán si hay cosas que otros no pueden hacer ni harán.

Obviamente me enfrenté a la posibilidad de no volver cuando consideré irme por primera vez. Una vez se enfrentó y se resolvió en realidad no había ninguna buena razón para referirse a ella.

Mejor hacer una buena acción cerca de casa que irse muy lejos para quemar incienso.

La aviación ofreció tal diversión al cruzar el continente en aviones grandes y pequeños, tratando de girar los rotores de un autogiro, haciendo vuelos récord. Con estas actividades vino la oportunidad de conocer a mujeres por todas partes, que comparten mi convicción de que hay tantas cosas que la mujer puede hacer en el mundo moderno y debe permitírsele hacerlo irrespectivamente de su sexo.

Hay dos tipos de piedras, como todos saben, uno de las cuales rueda.

Las mujeres deben pagar por todo. Reciben más gloria que los hombres por hazañas comparables, pero también reciben más mala reputación cuando se caen.

Lo más difícil es la decisión de actuar, el resto es meramente tenacidad. Los miedos son tigres de papel. Uno puede hacer cualquier cosa que decida hacer. Uno puede actuar para cambiar y controlar su vida; y el procedimiento, el proceso, es su propia recompensa.

La forma más efectiva de hacerlo, es hacerlo.

Mientras más uno hace, ve y siente, más es uno capaz de hacer, y más genuina puede ser la apreciación de uno por cosas fundamentales como el hogar, amor y la compañía compresiva.

Nunca interrumpas a alguien haciendo lo que dijiste que no se podía hacer.

La aventura vale la pena en sí misma.

El valor es el precio que exige la vida por conceder la paz.

Las mujeres, como los hombres, deberían intentar hacer lo imposible. Y cuando fracasan, su fracaso debería ser un reto para los demás.