Citas de Robert Kennedy
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Pocos tendrán la grandeza para torcer la historia; pero cada uno de nosotros podemos trabajar para cambiar una porción pequeña de los acontecimientos, y en total; de todos estos actos estará escrita la historia de esta generación.
Hay personas en cada tiempo y en cada lugar que quieren detener la historia y su avances. Temen el futuro, desconfían del presente e invocan la seguridad de un cómodo pasado que, en realidad, nunca existió.
Cada sociedad consigue el tipo de criminal que merece. Igualmente es cierto que cada comunidad recibe la clase de cuerpos policiales en la que insiste.
Lo que es objetable, lo peligroso de los extremistas, no es que sean extremos, sino que son intolerantes. El mal no se encuentra en lo que dicen de su causa, sino en lo que dicen de sus oponentes.
Todos nosotros tal vez deseamos a veces que vivamos en un mundo más tranquilo, pero no lo hacemos. Y si nuestros tiempos son difíciles y desconcertantes, también son desafiantes y llenos de oportunidades.
La tragedia es una herramienta para que las personas ganen sabiduría, no una guía por la cual vivir.
En última instancia, la respuesta de Estados Unidos al hombre intolerante es la diversidad, la misma diversidad que nuestra herencia de libertad religiosa ha inspirado.
Pero supongamos que Dios sea negro. ¿Y si vamos al cielo y, durante toda nuestra vida hemos tratado al negro como un inferior, y Dios está ahí y miramos hacia arriba y Él no es blanco? Entonces, ¿Cuál es nuestra respuesta?
A mi juicio, un buen estado físico es un elemento básico para todas las formas de excelencia y para lograr una nación fuerte y segura.
El progreso es una palabra agradable. Pero el cambio es su motivador. Y el cambio tiene sus enemigos.
Cada generación hereda un mundo que no creó; y, por ello, automáticamente se convierte en el administrador de ese mundo para aquellos que vienen después. A su debido tiempo, cada generación hace sus propios cálculos para sus hijos.
¿Qué ha logrado la violencia? ¿Qué ha creado? Ninguna causa de un mártir ha sido acallada por la bala de un asesino. Ningún mal jamás ha sido corregidos por revueltas y desórdenes civiles. Un francotirador es sólo un cobarde, no un héroe; y una multitud incontrolada o incontrolable es solo la voz de la locura, no la voz del pueblo.
Debemos continuar demostrando al mundo que podemos proporcionar un creciente nivel de vida para todos los hombres sin perder los derechos civiles o la dignidad humana de ninguno de ellos.
Las elecciones nos recuerdan no sólo los derechos sino las responsabilidades de la ciudadanía en una democracia.
Cada vez que un hombre defiende un ideal, o actúa para mejorar la suerte de los demás, o se rebela contra la injusticia, él emana una minúscula ondulación de esperanza y cruzándose desde 1 millón de diferentes centros de energía y audacia, ésas estructuras de ondas forman una corriente que puede deribar los muros más poderosos de la opresión y la resistencia.
La gloria de la justicia y la majestad de la ley se crean no sólo por la Constitución — ni por los tribunales — ni por los oficiales de la ley — ni por los abogados — sino por los hombres y mujeres que constituyen nuestra sociedad — que son los protectores de la ley, ya que son ellos mismos protegidos por la ley.
De la mano con la libertad de expresión va el poder de ser escuchado, de compartir las decisiones de gobierno que dan forma a la vida de los hombres.
